Aquel día, luego de una predicación el Señor multiplicó los
panes, pero ese milagro se origina cuando los discípulos pensaban que
era mejor despedir a tanta gente que estaba siguiéndolo pues no tenían
como alimentarlos. Recordaremos entonces que Jesús dice, denles ustedes
de comer, y un niño se acercó con 5 pancitos, ese niño, no pensó en lo poco, pensó
en ayudar.
La inocencia y el corazón puro de los niños es algo que debemos anhelar. Ese niño, puso todo lo que tenia ante el Señor, puso su confianza, su disposición y el Señor no tardo en responder y dando gracias a Dios multiplicó aquellos panes y peces, tanto así, que sobro comida.
La inocencia y el corazón puro de los niños es algo que debemos anhelar. Ese niño, puso todo lo que tenia ante el Señor, puso su confianza, su disposición y el Señor no tardo en responder y dando gracias a Dios multiplicó aquellos panes y peces, tanto así, que sobro comida.
Siempre podemos imitar a aquel niño y a Jesús en nuestros trabajos, hogares, grupos, comunidades, ministerios, o coros
parroquiales donde necesitamos que se multipliquen los dones, para trabajar,
cantar, tocar, predicar, enseñar, etc., actuemos como aquel niño y
entreguemos a Dios lo que tenemos, sin valorar o considerar que es poco,
entreguémoslo a él, confiando que multiplicará los dones y los
repartirá entre todos los que le siguen según su voluntad. Jesús no quiere que la gente se vaya o la despidamos si nada, él nos pide que una vez que finalizada la jornada la alimentemos, que proveamos mucho más, aún de aquello que creemos que
no tener.
Como músicos de Dios, estamos llamados a alimentar musicalmente a aquellos que siguen al Señor en nuestras parroquias, formando, enseñando, educando y permitiendo que participen con su canto y su ejecución instrumental en la santa eucaristía, despedirlos al final de la jornada, limitarles su participación, o no permitirles participar es contrario a lo que quiere el Señor.
Pongamos ante el Señor, todo lo que somos, todo lo que tenemos y hasta lo que no tenemos, con plena confianza y que el amor por Dios y el deseo de servir, ayudar y compartir con nuestros hermanos sea lo que nos mueva a actuar cada día.
Que el Señor les bendiga
Johan Parilli
Como músicos de Dios, estamos llamados a alimentar musicalmente a aquellos que siguen al Señor en nuestras parroquias, formando, enseñando, educando y permitiendo que participen con su canto y su ejecución instrumental en la santa eucaristía, despedirlos al final de la jornada, limitarles su participación, o no permitirles participar es contrario a lo que quiere el Señor.
Pongamos ante el Señor, todo lo que somos, todo lo que tenemos y hasta lo que no tenemos, con plena confianza y que el amor por Dios y el deseo de servir, ayudar y compartir con nuestros hermanos sea lo que nos mueva a actuar cada día.
Que el Señor les bendiga
Johan Parilli
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