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domingo, 23 de septiembre de 2018

La queja nos derrota antes de dar la batalla

No caigamos en la tentación de quejarnos, antes bien, agradezcamos infinitamente. La queja es una tentación sutil que nos presenta el enemigo para alejarnos de Dios. Cuando nos quejamos debilitamos la fe, la esperanza y el amor. La queja no nos permite plenamente vivir la fe, es producto de una fe a medias, pues decimos creer en el Señor, más no nos abandonamos plenamente en él aceptando su voluntad. La queja nos puede llevar a poner nuestra fe en los hombres o en las cosas antes que en Dios, faltando así al primer mandamiento de amar a Dios por sobre todas las cosas. La queja corroe la esperanza y nos lleva por caminos derroteros, debilitándonos para ese abandono en Dios, para ese caminar de la mano en el Señor y su providencia divina. La queja siembra desesperanza en los corazones de aquellos hermanos que la escuchan y la acojen. Por último, la queja no nos permite vivir en el amor, pasar a la acción, a la caridad, pues nos congela, nos derrota antes de dar la batalla en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, nos inhabilita para amar al prójimo, servir y hacer brillar la luz que Dios irradia a través de nuestros corazones cuando ellos están en sintonía con él.

Pidamos a Dios nuestro Señor cada día que aumente nuestra Fe, esperanza y caridad, pues solo su gracia nos bastará y permitirá espantar la queja de nuestras vidas y abrirnos al agradecimiento, porque nos sobran razones para agradecer, solo que a veces nuestra ceguera espiritual no nos deja ver. Hagamos la prueba, ejercitemos nuestro agradecimiento hoy mismo y descubramos en cuántas ocasiones el señor se ha manifestado en nuestras vidas y seamos como ese leproso entre 10 (Lucas 17,12) que regresó ante Jesús para agradecerle, reconociendo así su poder, su gloria, su inmenso amor y reconociendo que de no haber sido por él, sería aún un leproso.

Bendito y alabado sea Dios nuestro Señor. Que se haga su voluntad en nuestras vidas. Dichosa y llena de gracia sea nuestra Santísima madre del cielo y madre de Dios, llévanos siempre de la mano hacia Jesús y enseñamos a hacer lo que él nos diga. 

Amén

Johan G Parilli Paz
13 septiembre 2018

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