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domingo, 29 de abril de 2018

Sigamos remando

Hay un bote mar adentro, en medio de una tormenta y a punto de hundirse. El miedo ya se ha apoderado de muchos y se escucha con insistencia “Nos estamos hundiendo, nos vamos a hundir”, algunas personas han decidido lanzarse al agua y probar suerte nadando en medio de la dificultad con la esperanza de encontrar pronto la orilla, otros, ya no tienen fuerzas para seguir nadando y en medio de la nada exhalan su último respiro hundiéndose en lo profundo del mar. En el bote solo van quedando aquellos que luego de lanzarse al agua prefieren regresar, y aquellos que pensaron que lanzarse y nadar en medio de la tempestad no era la mejor opción y así, con un destino incierto, prefieren esperar, embargados por el miedo e ignorando que la solución viaja con ellos en aquel bote... 

Ese bote que lleva hombres, mujeres, niños, ancianos, animales, sueños e ilusiones algunos lo han llamado "El País", yo prefiero llamarlo "Venezuela, la Tierra de Gracia" porque Jesús, viaja con nosotros en esta hermosa barca.

Hace más de dos mil años, una historia similar aconteció en el mar de Galilea, dice el evangelio (Mateo 8,23-27) que los discípulos iban en una barca y de pronto una tormenta se desató, los discípulos estaban muy asustados y así como algunos de nosotros, también pensaban que se iba a hundir la barca, pero, en medio de esa angustia hicieron lo correcto y recurrieron a Jesús que iba con ellos, dormido, pero estaba con ellos en el bote. Nos dice el evangelio que se acercaron donde estaba Jesús y lo despertaron diciendo "Señor, sálvanos, que estamos perdidos", pero Jesús al despertarse y ver aquello que estaba sucediendo no toma la decisión de salvarlos inmediatamente tal como esperaría cualquier ser humano que en medio de una dificultad quiere una acción rápida de salvamento, Jesús no obra según los criterios humanos, y primero les dice: "¡Qué miedosos son ustedes! ¡Qué poca fe tienen!" Esta si es la verdadera salvación, pues de nada les habría servido que Jesús solo se hubiese levantado y calmara la tormenta, pues seguramente los discípulos lo que habrían aprendido de todo eso era que cuando se vieran con el agua al cuello, solo llamarían a Jesús y tal cual superhéroe solucionaría todo, pero Jesús es mucho más que eso y les deja una enseñanza para meditar al decirles: "¡Qué miedosos son ustedes! ¡Qué poca fe tienen!

¿Quién es este?

Continúa el evangelio mencionando que al terminar Jesús de decirles aquellas palabras a sus discípulos dio la orden y todo se calmó. Pero aquí encontramos otro punto que nos debe llamar poderosamente la atención, pues aquellos hombres asombrados comenzaron a preguntarse "¿Quién es éste, que hasta los vientos y el mar le obedecen?" Mateo 8-23 y ss.
¿Sera posible que nos llamemos seguidores de Jesús, creyentes, y en medio de la tormenta que atravesamos nos estemos haciendo esta pregunta, no solo verbalmente, sino con nuestro testimonio de vida? Recordemos que los que se hicieron esta pregunta no eran paganos, dice el evangelio que eran discípulos del Señor.

En estos momentos, todos estamos tomado decisiones que afectarán no solo nuestra vida personal, sino la de nuestros hijos, familias, amigos, trabajos, etc., y entre esas decisiones encontramos el quedarse o irse del país. Sea cual sea la decisión que estemos tomando en este momento, debemos hacerlo partiendo de la Fe, no del miedo, debemos decidir luego de ponernos en las manos de Dios, luego de pedirle sabiduría, de pedirle al espíritu santo que nos ayude, que nos guíe y nos inspire, para hacer la voluntad de Dios que bien puede ser, quedarnos en este bote y esperar confiadamente en Dios, o lanzarnos y caminar incluso sobre las aguas, tal como dice el evangelio (Mateo 14,22-34) donde Pedro al escuchar el llamado del Señor caminó sobre el agua, y nosotros, debemos hacerlo sin miedo, porque de lo contrario, al igual que Pedro solo daremos unos pasos sobre el mar y comenzaremos a hundirnos.

Son muchas las personas que han decidido lanzarse de la barca a un destino incierto sin poner primero en manos de Dios esa decisión, son muchos los niños que están siendo abandonados por sus padres, son muchos los matrimonios que se están separando o están abriendo una brecha para que la tentación entre en sus vidas, son muchas las familias que se están dividiendo quedando regadas en un mapa, cambiando la visita tradicional del domingo a los abuelitos y familiares, por una simple llamada telefónica, video llamada o mensaje de texto.

Quedarse en la barca con miedo, quejándonos, lamentándonos, con rabia y odio por las causas, motivos y circunstancias de todas estas dificultades también es una manifestación de nuestra falta de fe ¿Quien es este, que hace salir el sol para buenos y malos?, podríamos decir.

Que no nos falte la fe. Jesús tiene el poder para calmar la tormenta que azota nuestras vidas, que azota nuestros trabajos, y a nuestro país, pero debemos esperar confiadamente y cada día, debemos orar y pedir su bendición, su guía, y él, calmará nuestras angustias, dificultades diarias (nuestras tempestades) y aún, en medio de la tormenta nos dará la paz.

Hoy, quiero invitarles a orar con insistencia, reunámonos en nuestras casas, trabajos, escuelas, comunidades y oremos sin cesar, de rodillas ante el santísimo con mucha fe y esperanza, llevando a Jesús en nuestras vidas, en nuestros corazones y dispuestos a hacer su voluntad. ¡Sigamos, sigamos adelante!, remando o nadando pero con Jesús y poniendo en práctica la enseñanza que nos dejó nuestra madrecita linda del cielo: "Hagan lo que él les diga"

Que Dios y la Virgen les bendigan por siempre.

Johan Parilli
29 abril 2018

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